Campanas de tela

General, Poesía

Cada mañana, como un descubrimiento
tus suspiros lentos bañan mi cara.
Y en cada susurro inconsciente siento
el olor de tu piel en mi lado de la cama.

Este silencio tan nuestro, flotando como una nube
de la que caen ronidos rotos y avergonzados:
crepitar de cañerías, temblor de cables
y yo en vela aquí a tu lado.

Parecemos tan lejanos: mis cazuelas en remojo,
tu libro a medias y el rojo mango de las tijeras.
La tela de tu sexo durmiendo en el suelo
y yo despierto entre tu brazo, tu sueño y tu pelo.

Nuestro mundo inalcanzable ahora descansa,
como guardando fuerzas, como un coche parado
en la acera que espera tus pasos
de ángel vestido, falda blanca, repartiendo alas.

Esto lo escribí en la madrugada del 30, poco antes de irme de viaje. Y lo transcribo ahora, poco después de volver… Seguía aquí, en mi mesa.