No Somos Nadie

Arte, General

Como dije en el post anterior, ayer (dudo durante unos instantes) fui al programa de No Somos Nadie en M80… Fuimos sólo 4, y luego allí había un par de personas más. En total 6 personas de público en un estudio de tamaño mediano (el mismo donde hacían Gomaespuma).

Cuando oyes el programa da la impresión de que son unos colegas que están en el típico parque teniendo la típica conversación graciosa y riéndose todo el rato. Pues bien, en la realidad es todo un poco más organizado, pero cuando están con alguna canción o en publicidad empezaban a hablar con nosotros, se contaban cosas, salían del estudio, etc…

Me sentí genial, muy agusto con ellos. Pero desde el punto de vista de Pablo Motos, se lo pasa bien sí, pero es un trabajo complejo llevar el ritmo de un programa así. Son varias personas (6 como mínimo) en el estudio y él es el que hace gestos para que vayan acabando un tema cuando ve que se alarga o es aburrido, para que metan otra canción, el sonido va mal, … Un gran profesional.

Me gusta ver las cosas desde otro punto de vista, al igual que cuando dos personas están peleadas y escuchas “al otro”: pues eso. En directo se ve todo más real, te llegas a sumergir en el programa pero es genial ver los gestos que se hacen, las coñas internas que no sacan en antena, cómo uno de ellos se prepara su próxima intervención (sobre todo Juan Herrera)…

Al contrario que Gomaespuma, muchas cosas están preparadas; aquel programa lo oía siempre y a menudo iba al plató; eso era mucho más descontrol: (casi) todo lo hacían sobre la marcha, incluso alguna vez se notaba un poco si sabías que esa era su forma de trabajar. Pero esto, aunque sobre la marcha Pablo lleva el ritmo, tiene partes que hay que preparar.

Al terminar nos dieron las gracias por haber ido y madrugar (a lo que les respondimos que no habíamos madrugado, sino que llevábamos despiertos 24h). Desde aquí agradezco el trato que tuvieron con nosotros.

Por cierto, ví a mi ídolo. Cuando llegué a la planta de la SER (es la misma que M80) miraba a todos lados esperando encontrármelo. Al final, las dos veces que lo ví (y me miró, uuuuu), yo estaba dentro del estudio. Me refiero a ese grandísimo profesional, hombre coherente y sensato: Iñaki Gabilondo.

Una mañana cansada, pero muy intensa. No creo que tarde mucho en repetirlo.