Renegando de la rutina

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Este fin de semana ha sido bastante especial. Quedé con unas amigas con las que hacía tiempo que no quedaba realmente me siento muy feliz de teniendolas a mi lado. Me eleva mucho la moral el saber que personas con las que he vivido tantas cosas y con las que mi vida pegó un giro espectacular (léase adolescencia) sigan queriendo quedar conmigo en uno de “nuestros bares” para hacer lo mismo de siempre: beber, fumar y abrir nuestras almas. Hablando de ese bar, “La Piñata”, no me parece bien lo que han subido los bares en este país. Tanta cultura española y tanta leche pero los minis de cerveza están ya a 4€ y los platos de bravas a 2,40… Yo recuerdo los minis a 450 y las bravas a 275 pelas; una pena señores…

Pues realmente ahora tengo la autoestima elevada gracias a tod@s vosotros: los que me leéis, tanto los que conozco en persona como los que no… Me alegro de haber conocido a una novia como la que tengo, a unos compañeros de estudios como vosotr@s, familia como la que tengo y amig@s como sois…

(…)

Trás esta sinceración conmigo mismo y con el que quiera leerlo prosigo… Una de los planes que más me gusta (sobre todo en invierno) es el quedar en una casa y charlar bebiendo hasta que te vas sincerando más y más y llega un momento en que la mezcla de alcohol, palabras y humo se convierten en risas y tras un viajecito en búho duermes mejor que nunca (excepto tras hacer el amor ;) ). Siempre me ha gustado mucho hablar, disfruto mucho intercambiando ideas; y como este finde he hablado hasta la saciedad (jueves, viernes, sábado y domingo) pues no puedo decir otra cosa que que me lo he pasado de puta madre (incluyendo la conversación por teléfono con mi novia hoy domingo por la noche): gracias a tod@s.

La verdad es que la entrada de hoy me está quedando bastante filosófica, o meta-amistosa. Mañana comienza la semana y con ella los laboratorios, con lo que la rutina vuelve al ataque. En el instituto nos dijo una profesora que la rutina es algo que nos ayuda a realizar tareas comunes sin tener que pensar demasiado. Pues yo reniego de la rutina: prefiero algunos días, cuando me apetezca, irme al centro a tomarme un helado antes de ir a clase; o irme a casa de alguien al salir; o salir de fiesta un miércoles; o programar cada semana en un lenguaje de programación distinto… Ahora yo digo: romper la rutina es la única forma de conseguir la libertad.

No encontré fotos en internet sobre lo que he escrito, asi que pondré fotos que encontré de mi barrio. Un abrazo.