De vuelta en la gran urbe

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Ya estoy aquí de nuevo, es increible la cantidad de cosas que se viven sólo por estar fuera de casa… Los viajes le avivan a uno el sentido de lugar, tiempo y pensamiento. (…)

Es precioso como aceptamos las distancias; me refiero a que el cuarto de uno puede ser gigantesco, inmensamente grande; en cambio cuando vas por la carretera en busca de algo los metros pasan como gotas de lluvia que sólo perduran unos instantes en la memoria… Es extraño que habiendo tanto espacio por descubrir y disfrutar sólo aneguemos de pensamiento algunas lagunas de la tierra.

Hablando del tema (al fin y al cabo todo tiene que ver) hoy volviendo en la renfe a casa vi las luces de Navidad del centro comercial de Méndez Álvaro; y recordé que de pequeño las cosas de esta época me ilusionaban, como si fueran mágicas, como si hubiera algo ahí detrás por descubrir y tuviera la certeza de que lo iba a conseguir. Lo malo es que una vez que retiras la cortina de luces ves que detrás lo único que hay es tu futuro que, aunque no sea ni mucho menos poco, es algo distinto a lo que esperabas encontrarte. Para mi la Navidad lleva años sin ser especial, cada año me entristece por algo diferente, quizás este año sea la melancolía del niño que tod@s hemos dejado atrás, de las ilusiones que parece imposible recuperar, de las mañanas frías paseando por la calle a un metro del suelo…

No me gusta vivir la universidad como la he vivido hoy, o como la viví la semana que estaba malo: sólo por la tarde. Pierdes la continuidad, el encanto de saber que vas enlazándote con gente, con tu gente, con vuestras cosas, con las carcajadas de unos y otros mientras amanecemos entre caras de sueño.

¿El fin de semana? Pues genial, me gusta ver atisbos de lo que es la vida en pareja, me gusta pasear en invierno cogido de un brazo, o con un brazo cogido a mí, me gusta calentar unos labios fríos en la noche helada… Estando allí en Huesca uno piensa lo fácil que puede ser hoy en día vivir fuera de Madrid, fuera del agobio de una ciudad de más de un millón de habitantes. Creo que en estos días de supermercados, hipermercados, redes computacionales internacionales (léase Internet) es muy confortable vivir en un sitio alejado de aquí, de este estrés que se introduce por tus venas como una célula en metástasis… Es como irte manchando de un carbón que cada día que pase será más dificil de quitar… Creo que esto no es exclusivo de las grandes ciudades españolas sino de Madrid, que es cada día más axfisiante.